Pregón de acción de gracias por los 50 años de la Comunidad

Autor: 

Pablo Espinoza desde los aportes de la Comunidad Héctor de Cárdenas

Pregón de Acción de Gracias

Te alabamos Señor y te bendecimos, porque en 1972, hace cincuenta años, tu hijo sacerdote de los Sagrados Corazones, Héctor de Cárdenas, convocó a un grupo de jóvenes para seguir un curso de dinámica de grupos con el fin de prepararlos para animar retiros y jornadas dirigidos a otros jóvenes como ellos. “Los jóvenes deben evangelizar a los jóvenes”, les decía, mientras los animaba a reunirse en su casa de la calle Ramón Zavala en el número 243, donde residía la Comunidad de Formación de la Congregación.

Te damos gracias porque en esa primera comunidad, junto a Héctor, Gastón, José Luis González y los Hermanos postulantes de la Congregación, aprendimos a sentarnos alrededor de tu mesa para compartir tu palabra y tu cuerpo.

Fuimos así descubriendo con sencillez la centralidad de la Eucaristía, y el sentido de la comensalidad como estilo de vida y forma de compartir y celebrar la vida. Fuimos descubriendo también la íntima vinculación entre fe y vida, entre seguimiento de Jesús y compromiso con la realidad.

Te alabamos Señor y te bendecimos, porque a lo largo de estos cincuenta años, con luces y sombras, desde nuestras debilidades, hemos comunicado el tesoro de tu Buena Noticia, llevándolo en nuestras vidas, vasos de barro, como al propio Héctor le gustaba recordar cantando: “Hombre de barro soy”.

Tú nos has permitido alcanzar con tu Palabra la vida de cientos de jóvenes de diversos colegios que se congregaron en los retiros en los que Héctor nos guiaba y animaba, retiros a los que José Luis Ramírez acompañó más adelante. Gracias por aquello que inspiraste a través de la charla de la amistad, las falsas imágenes de Dios, la eucaristía comentada. Gracias por la hora de la alegría en que nos animábamos al final de la jornada, pero en especial por la reunión de coordinadores de grupo para evaluar la marcha del retiro, mientras compartíamos galletas y una copa de pisco, para enfrentar el frío.

Te damos gracias en especial por permitirnos llegar a aquellos colegios que fueron siempre una preocupación para Héctor, los colegios del Estado, como el E. Scipión Llona, donde las horas de religión se habían convertido en horas libres para completar tareas, como tantas veces nos lo recordó Héctor, diciéndonos: allí es donde debemos llegar.

Te alabamos Señor y te bendecimos, porque nos permitiste organizar y conducir Programas de Confirmación para los colegios amigos. Gracias por cuantos se comprometieron a ser animadoras y animadores de grupos, por quienes se tomaron la posta de la coordinación en los años, gracias por su entrega y perseverancia.

Gracias por la creatividad y constancia para, semana a semana, encontrarnos para hablarles de ti y de tu Evangelio. Te alabamos por quienes hoy vuelven con memoria agradecida a lo que pudieron vivir en los encuentros, jornadas, retiros y la propia celebración del sacramento, y encuentran un motivo de esperanza y ánimo para sus vidas. De esos Programas surgieron vocaciones de servicio, parejas y familias.

Te alabamos por los programas de Primera Comunión y las jornadas de seguimiento, por las jornadas en colegios y los veranos de vacaciones útiles. Te alabamos por los censos, por la formación de bibliotecas y por la academia Damián de Molokai. Te alabamos y te bendecimos por el llamado que nos has hecho a lo largo de los años para servir a los más pobres en Villa Solidaridad, Cocharcas, Chorrillos, La Parada, Villa El Salvador, Chucuito, Maranga, Jerusalén, Laderas, Ensenada, Brisas de Villa, por los retiros con empleadas del hogar, por las campañas de solidaridad con los mineros de Cata Acarí y tantas otras acciones.

Gracias también por las misiones y visitas a las comunidades de los Sagrados Corazones que nos permitieron llegar hasta Ayaviri y San Juan del Oro, que nos permitieron sentir también el llamado misionero en nuestro Perú.

Te bendecimos por los religiosos de los Sagrados Corazones que han sido nuestros animadores durante estos años, desde Héctor de Cárdenas, José Luis Ramírez, Juan Scheepens, José Kuwae, y te pedimos hoy por Gastón Garatea. Gracias a cada uno de ellos, con su particular forma de ser y comunicar el Evangelio, hemos ido descubriendo la gratuidad de tu Amor, el sentido de la Adoración, la comunión en la Eucaristía, la contemplación y el permanente llamado a entregar con generosidad la vida, en especial orientada hacia el bien de los más pobres.

Te bendecimos por los grupos de reflexión en que hemos compartido la vida, por los que existieron en el pasado y por los que hoy conforman la Comunidad.

Hoy queremos darte gracias también, Señor, por quienes nos abrieron sus casas y corazones para recibirnos, y permitir que nos reunamos: Desde la primera casa de los Hermanos SS.CC. en Ramón Zavala en Miraflores, la de las Hermanas del Sagrado Corazón en la calle Caracas en Jesús María, la casa de Juan Borea y el colegio en la calle Río de Janeiro, hasta la casa de las Hermanas de los Sagrados Corazones en Belén, que hoy nos acoge por segunda vez.

En esta comunidad, Tú nos has permitido conocer y compartir con personas increíbles, llenas de cualidades, generosas en su entrega. Hoy evocamos en nuestros corazones agradecidos sus nombres, lo que compartimos con ellas. Sus vidas fueron ofrendas, regalos de tu amor.  

Te alabamos porque ellos, que ya nos dejaron y gozan de tu presencia, serán siempre parte de nuestra comunidad en la comunión de los santos:

  • Andrés Costa
  • Ferchito Rodríguez
  • Pablito Rivera
  • Jorge Injoque
  • Javier Coello
  • Renato Espinoza
  • Deborah Laporta
  • Martha Amézaga
  • Ceci Ayres
  • Pam Martínez
  • Ernesto Alayza.

Gracias Señor en especial por las servidoras y servidores silenciosos, quienes estuvieron cerca cuando los necesitamos, quienes supieron comunicar el gesto y la palabra oportunos, preocupados por los detalles; personas que, pasando inadvertidas, nos hicieron el bien, cuidaron de nosotros, se alegraron con discreción al vernos sonreír.

Gracias también por la corrección fraterna, por la llamada a reconocer nuestras fallas y enmendar el camino, por la palabra que interpeló nuestras vidas, nos alejó de nuestro egoísmo y comodidades para tornar la mirada hacia los otros y volver así a ponernos en tu camino.

Llegados a estos cincuenta años, el tiempo transcurrido con todas sus vivencias nos regala ahora la posibilidad de mirar en el horizonte, para hacer memoria agradecida y con fidelidad a lo vivido; mirar el hoy y nuestro futuro, para caminar como comunidad de personas adultas en la fe.

Hoy queremos renovar nuestro compromiso de construir un mundo más justo en solidaridad con los pobres, como lo aprendimos en la Congregación, desde nuestras vocaciones particulares, nuestros servicios profesionales, nuestras parejas y familias, nuestros centros laborales e instituciones, nuestros grupos de reflexión.

Gracias Señor por quienes entre nosotros asumieron durante estos años tareas de animación, liderazgo, servicio motivador próximo a nuestros grupos. Con diversas denominaciones, pero con el mismo espíritu de servicio. Hoy valoramos su entrega y esfuerzo, expresión de tu preocupación por nosotros.

Te alabamos y bendecimos por cada comuna y cada comuno, también por quienes solo pasaron por la Comunidad, porque en cada hija e hijo tuyos, una novedad de tu presencia se hacía cercana y, a la vez, llegaba una llamada para comunicar la verdad de tu Amor. Solo tú conoces las rutas que sigue tu Palabra en la vida e historia de las personas, por eso podemos decir que hemos sido evangelizados en un ambiente de respeto por la libertad personal.

Hoy te cantamos y celebramos con la misma alegría y confianza de aquel primer grupo reunido en la casa de Héctor para celebrar la vida y la amistad en torno a Ti.  Te pedimos por nuestro Perú y nuestro mundo, ayúdanos a ser eficaces mensajeros de tu voluntad de vida, paz y justicia para tus hijas e hijos.

Que así sea.