Jorge Injoque

Jorge Luis Injoque Espinoza

Jorge Luis Injoque Espinoza nació en Lima el 29 de noviembre de 1953. Estudió en el colegio de los Hermanos Maristas en Miraflores. Dotado desde siempre de un carácter alegre y afable, sintió desde muy joven una fuerte inquietud de fe que lo llevó a iniciar el noviciado en la Congregación de los SS.CC. que había conocido años antes. Aunque constató poco después que la vida religiosa no era el camino que le deparaba el Señor, quedó insertado para siempre en la familia Sagrados Corazones, particularmente desde la Comunidad Juvenil que se estaba formando en torno al P. Héctor de Cárdenas. Conoció allí a Cecilia Alegría, quien sería su primera enamorada y, más adelante, la esposa con quien llegaría a compartir 24 años de su vida. Con ella tuvo tres hijos.

En 1978 culminó brillantemente sus estudios como Ingeniero geólogo en la UNI. En 1983 viajó al Reino Unido donde seguiría su maestría y doctorado en la Universidad de Nottingham llegando a ser el PhD más joven de su época. Sus trabajos de geología fueron publicados en importantes revistas, haciéndose un nombre entre los geólogos. Fue también profesor de geología en la UNI y en la facultad de geología de San Marcos. Su excelencia como profesional lo llevó a trabajar con las más importantes empresas mineras tanto peruanas como extranjeras.

Su búsqueda de intimar con el Señor lo hacía buscar constantes y prolongados momentos de oración. Dotado de un espíritu profundamente ecuménico, su mayor pasión era la de evangelizar. Al mismo tiempo, cultivaba una intensa vida de oración, dedicando cada mañana no menos de una hora de silencio en presencia de su Señor. Su aporte en el grupo Siquem, al que pertenecía en la Comunidad, era de una intensa espiritualidad y alegría en el Señor.

El 22 de julio de 2003, estando en Puquio, a 4,300 metros de altitud, le pidió a un compañero con quien iba por agua, que lo acompañara a orar. En su oración pidió insistentemente por su esposa y sus hijos. Horas después, el campamento minero en que se encontraban fue emboscado. Ante el peligro, Jorge no vaciló en cubrir con su cuerpo a sus compañeros, recibiendo él varios disparos. Jorge murió casi en el acto tal como Cristo enseñó: dando la vida por sus amigos.