1988

La unidad comunitaria, tal como era conocida, se vio en peligro ante el alejamiento -en términos de participación frecuente- de algunos "mayores" de la Comunidad. La Junta de Coordinadores acusó un ausentismo significativo entre sus miembros. La marcada tendencia a participar en trabajos pastorales, enriquecida por las evaluaciones "por equipos" y con la presencia de asesores pastorales, fue dejando postergado el espacio de las reuniones de grupo, con la consiguiente crisis de los grupos de reflexión como tales. La crisis del país (tanto a nivel de inflación como de aumento de manifestaciones terroristas en la zona rural) va haciendo efecto también entre los comunos que, al contar con menos tiempo, y al mantenerse en la actividad pastoral, van asistiendo menos a la Misa Comunitaria y a sus grupos. En cambio, la tendencia más individual a recurrir a la Biblioteca Comunitaria aumentó notablemente, en parte por la reorganización de la misma a cargo de los secretarios.

La presencia pastoral y de proyección social sigue siendo importante, destacando la catequesis de Confirmación (en distintos sectores) y el trabajo en Laderas del Río Chillón y Jerusalén. Las misiones a Ayaviri (aún desordenadas y con objetivos poco claros) se mantienen. Sin embargo, el reto que se va explicitando es el de continuar viviendo la fe y las opciones comunitarias desde el mundo laboral, ya que son cada vez más los comunos que van culminando sus carreras. Ello, junto con el debilitamiento del contacto con otras comunidades, van esbozando problemas futuros.

Coordinador(a) General: 

Luis Felipe Gonzáles del Riego