
Se temía que fuera una ocasión más bien tormentosa, pero la invocación inicial a un momento de silencio (dirigido por el Oso) y a la oración (en que los textos bíblicos leídos por Víctor tuvieron un rol importante) facilitaron una asamblea en que los asistentes tuvieron mucha disposicion a escucharse mutuamente. Sin dejar de haber momentos de desacuerdo y hasta de tensión, lo que predominó fue la clarificación y el consenso. No faltaron en la reunión manifestaciones de agradecimiento e incluso mea culpa y pedir perdón al Consejo saliente, en quienes se reconoció un gran deseo de servicio que los había desgastado injustamente.
El gran tema fue sincerar "quiénes son miembros de la Comunidad", más allá de la cuestión afectiva de "sentirse comuno". Quedó claro que se requiere saber con quiénes se cuenta para caminar como comunidad grande y que no todos se sienten llamados ya a eso. En efecto, a varios comunos les basta su grupo de reflexión y no tienen disposición a la comunidad grande. Con los Estatutos en la mano, se consensuó que el miembro oficial de la Comunidad ha hecho un camino de discernimiento y que opta por asumir el ser miembro, con compromiso y corresponsabilidad, simbolizándose eso en las promesas anuales. Todos los demás, aun si están en un grupo de reflexión, son amigos de la Comunidad, pero no miembros con los cuales contar para efectos prácticos.
En el mismo clima de consenso, salió con mucha naturalidad el Consejo de Hermanos que asumiría transitoriamente la marcha de la Comunidad para terminar este período: Jaime Gálvez (Hermano Mayor), María Laura Muñoz, Vanessa Sanz y Miguel "Oso" Cárcamo. Grupo diverso y entusiasta, al que Katya Delgado seguirá apoyando como tesorera.