La cuestión del Estado laico en el Perú: la arremetida conservadora

Autor: 

Alessandro Caviglia

Durante los últimos años, se ha puesto en debate el tema de la laicidad del Estado entre los académicos en el Perú. Lamentablemente, este debate no ha tenido la debida repercusión en la esfera de la discusión política. De hecho, en la última campaña electoral, la cuestión de la laicidad del Estado ha estado prácticamente ausente. Se entiende que sea así, pues no es un tema popular y los políticos pierden más de lo que ganarían si lo pusiesen en la agenda.  

Ahora bien, si tenemos en cuenta el hecho de que muchos analistas, intelectuales y defensores de las posiciones conservadoras, como el caso de algunos columnistas de El Montonero, se vuelcan en contra de la laicidad del Estado en el Perú; y si a eso añadimos que muchos partidarios de izquierda consideran que dicha cuestión no es relevante, argumentando que existen asuntos más importantes para el debate, entonces, lo que tenemos es que tanto de parte de los políticos como de muchos intelectuales lo que se ha hecho es sacar de la agenda política y social dicha cuestión.

Incluso los sectores eclesiales más progresistas y cercanos a la Teología de la Liberación, del Padre Gustavo Gutiérrez, ven con sospecha la cuestión de la laicidad porque la confunden con el laicismo francés, el cual representa el confinamiento de lo religioso y a la religión al ámbito privado. El problema de estos sectores progresistas es la falta de reflexión sobre este tema y otros como el de la cuestión de género, debido a que reducen todos los problemas relevantes a través de la categoría sociológica de exclusión, que viene a reemplazar a la setentera y ochentera categoría de pobre.

El combate contra la laicidad en el Perú es claramente uno de los temas de agenda de los grupos conservadores, que apuestan por una sociedad “unida en una misma fe” y en “una sola forma de entender dicha fe”. De esta manera, por medio de la influencia en la política y el Estado, logran consolidar su posición. Así consiguen prosperar propuestas como aquella que se levanta en contra de lo que llaman "ideología de género", o los de grupos provida. De esta manera procuran influir de manera indebida en la legislación en contra de derechos fundamentales. Su forma de proceder, por lo general, es 1) alegar que el Perú es un país de tradición católica o cristiana; y seguidamente 2) cancelan todo debate social y político utilizando la fuerza que tienen políticamente.

De ello resulta que tenemos una sociedad secuestrada por esos grupos, que han sabido utilizar el lugar que tienen en la educación, tanto en la formación de profesores como en la currícula escolar. En los institutos pedagógicos y en las facultades de educación estos sectores conservadores se han encargado de que los profesores reciban una pobre formación con una tendencia confesional y con un discurso ideológico articulado en tormo al eslogan “formación en valores”. Con este tipo de profesores no es de extrañar que los ciudadanos en el Perú se encuentren predispuestos a aceptar la agenda conservadora y acepten los disparates de los colectivos provida y #conmishijosnotemetas.

Pero, ¿qué hemos de entender por Estado laico? Se trata de un Estado neutral respecto a cuestiones religiosas, es decir, donde la estera del Estado y la de las Iglesias mantienen plena independencia entre sí. De ninguna manera se trata de el confinamiento de la religión al ámbito doméstico. En un Estado laico, la religión tiene un especio de manifestación en la esfera de la sociedad, por medio de procesiones y ritos públicos (financiados por las mismas Iglesias y no por el Estado, así como realizados de manera que se respete los derechos de los demás ciudadanos, como el derecho a la libertad de elección y al libre tránsito, por ejemplo). Pero la otra forma de manifestación legítima de la religión en la sociedad se produce cuando las Iglesias se manifiestan en defensa a los derechos de todos los ciudadanos, como podría ser en marchas como #NiUnaMenos. En cambio, en mor de la laicidad resulta ilegítimo el intento de las Iglesias de coaccionar a los ciudadanos por medio de la legislación y la fuerza pública del Estado. En este sentido, sorprende la declaración de la Conferencia Episcopal en contra de la nueva currícula escolar que incorpora el enfoque de género.

Las Iglesias y la religión han hecho y pueden hacer muchas cosas valiosas por este país, como lo han hecho aquellos grupos de las Iglesias en su defensa de los derechos humanos durante el conflicto armado interno. Tal vez alguien alegará que la democracia peruana debe respetar el lugar central que tiene la religión católica en la constitución de este país. Incluso, algunos defenderán la llamada “laicidad positiva” que señala que si bien el Estado es laico, debe tener en cuenta la tradición católica y el derecho natural católico al momento de legislar. Otros llegan incluso a afirmar que en ninguna parte de la Constitución Política del Perú se señala que el Estado sea laico. Dichos argumentos no son más que sofismas y discursos bullshit. Basta con que se diga que el Estado peruano es democrático para que se entienda que es laico. Porque, de lo contrario, el Estado no defendería la igualdad en derechos de cada ciudadano que la democracia exige.