Año complejo para la comunidad. Tras tres años de pandemia, muchos comunos se acostumbraron a "no movilizarse" lejos de casa, a la vez que se fue generando un natural hastío ante lo virtual, redundando ambas cosas en una sensación de apatía y de lejanía con la Comunidad. La situación socio-política del país, por otro lado, fue también mermando el ánimo de la población, comunos incluídos. La Asamblea 2022, realizada virtualmente, dejó algunos lineamientos como necesidad urgente: acompañar el retorno a la presencialidad, velando por los grupos y por la vivencia de sinodalidad al interior de la Comunidad, desde la conciencia de formar parte de algo más grande: la Congregación y la Iglesia. En ese contexto, fue elegida por primera vez Hermana Mayor una persona que radicaba fuera del país y que, por lo tanto, ejerció su cargo casi totalmente desde la virtualidad: Giselle García-Hjarles.
A lo largo del año, la mayoría de los grupos de reflexión fueron reactivándose, aunque no fue el caso de todos. A muchos le costó hacerse a la idea de volver a la presencialidad. Además, se sintió la pegada con la ausencia de las misas comunitarias. Si bien durante los primeros dos años de pandemia las misas por Zoom resultaron un espacio importante, gradualmente fueron generando hastío o, cuando menos, desinterés. Los Hermanos SS.CC., por otro lado, reactivadas las parroquias, fueron teniendo cada vez menos tiempo para atender ese servicio. Quien continuó apoyándonos cada vez que se lo pedimos, fue Guillermo Rosas, desde Chile. El mes de junio, se decidió reiniciar las misas comunitarias presenciales. La idea era que fueran sólo mensuales, pues durante esos años la salud de Gastón había ido decayendo; se acordó también que no fueran en el local de la Comunidad, en San Isidro, sino en la comunidad de Hermanos de Monterrico, donde vivía Gastón. No obstante, al cabo de tres eucaristías, fue claro que a Gastón le costaba ya mucho presidir una celebración completa, por lo que las misas volvieron a suspenderse.
Como contraparte, el Consejo de Hermanos comenzó a convocar a Liturgias Laicales, presididas colegiadamente por el mismo Consejo. Hubo, así, una liturgia al estilo de la Pascua Judía en Jueves Santo, seguida de una oración virtual en Viernes Santo. Fue especialmente gozosa y concurrida la Liturgia Laical de setiembre, celebrando los 50 años de la Comunidad, en que a la muy participada celebración litúrgica (en que hubo hasta un pregón para la ocasión) siguió un gozoso tiempo de cantar y compartir. También fue laical la Liturgia por nuestros difuntos, en noviembre, la de Navidad el 25 de diciembre y la que marcó el inicio del "tiempo de asamblea" en enero de 2023.
Buscando el ejercicio de la sinodalidad, se convocó hasta en tres ocasiones al Consejo ampliado. Allí, se recogió el sentir de los grupos y las inquietudes respecto al futuro de la Comunidad o la dirección que ésta debería tomar. Por otro lado, Brisas de Villa fue una vez más el único trabajo pastoral que se mantenía, gracias a la esforzada dedicación de Belén, Mona y Xavier. Por otro lado, Vanessa y Vania dirigieron una hermosa experiencia de "Adviento con la familia" en que participaron varios amigos.
Otro hito importante fue la partida, luego de una muy larga enfermedad, de Carlitos Benavides. El suyo fue un testimonio de entrega en la alegría a pesar de todo.
Ya en vísperas de la Asamblea 2022, que se decidió realizar como un "tiempo de asamblea" a lo largo de una semana, emergieron una serie de contradicciones en el manejo de la Tesorería, que había sido encargada a Rocío Gallegos. Una comisión ad hoc, nombrada en la Asamblea 2022 y conformada por Katya Delgado, Vania Híjar y Mauricio Muñoz-Nájar, presentó sus conclusiones y recomendaciones en una labor impecable.