COMENTARIOS AL LIBRO: "ESPERO CONFIADO EN EL SEÑOR. MEDITACIONES Y ORACIONES" de Gastón Garatea Yori, ss.cc.

Autor: 

José Luis Rosales Lassús

I. CONFESIÓN DE PARTE: Toda lectura de un libro, y por lo tanto, toda experiencia del mismo, se llevan a cabo desde un lugar particular. Entonces quiero, en primer lugar, compartir con ustedes algunas coordenadas del lugar desde donde he leído “Espero confiado en el señor. Meditaciones y oraciones” del Padre Gastón Garatea; y desde donde voy a comentarlo.

Se trata de una suerte de confesión de parte. Mi lugar no es el de la distancia –crítica o no- y mucho menos el de la objetividad científica o el de la asepsia académica. Mi lugar es el del afecto y el del respeto: dos experiencias muy humanas desde las que no solemos hablar como profesores, profesionales, e incluso como personas “autónomas” y “pensantes”. Nos han enseñado que razones y afectos no van de la mano; que no se puede pensar y querer a la vez. Considero –creo que al igual que el padre Garatea- que esa es una de las mayores mentiras que nos han inculcado en nuestro paso por los distintos niveles de la educación formal y por la vida en general.

Conozco al Padre Garatea desde que yo era muy pequeño, cuando él era director del Colegio SSCC Recoleta. Coincidió con el ejercicio de su cargo mi paso por el nivel de primaria, entre 1987 y 1992.

Tengo una imagen muy nítida en la cabeza. Éramos muchos los estudiantes quienes mirábamos y escuchábamos en el patio a “Papá Pitufo”, hablarnos cuando le tocaba, como director del colegio, pronunciar algunas palabras “oficiales” en ceremonias y efemérides (hace poco el Padre Garatea me comentó que odiaba estas ceremonias). Éramos también muchos los que leíamos las reflexiones que compartía con nosotros a través de las horas de Tutoría, con las que comenzábamos regularmente la jornada diaria. Obviamente, no recuerdo con precisión los discursos y el orden de las palabras empleadas en cada uno de estos momentos. No obstante, sí recuerdo algunas nociones que me han acompañado a lo largo de mi vida y de mi relación con la fe y con lo trascendente: amor, prójimo, solidaridad, cariño, compromiso, compasión, alegría, gracia. Qué distintas a aquellas que algunos amigos, que formaban parte de otros colegios religiosos, compartían conmigo: castigo, miedo, culpa, obediencia, severidad.

Casi 25 años después. Patricia – Ruiz Bravo me invitó a formar parte de la Dirección Académica de Responsabilidad Social de esta universidad, propuesta que acepté con gusto y con entusiasmo. Grande sería mi sorpresa cuando supe que trabajaría en la misma unidad y en la misma oficina que el Padre Garatea, a quién había seguido, no muy de cerca pero si con regularidad, en su paso por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación y por la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza. Como parte de este trabajo, que sigo desarrollando, me tocó acercarme a amigos y familiares del Padre. Los entrevisté para ayudar a Patricia a elaborar el discurso de su nombramiento como Profesor Honorario de la Facultad de Ciencias Sociales. ¡Mi propia Facultad! Luego de las entrevistas, conversé mucho con ella sobre el argumento de su presentación en relación con el reconocimiento al Padre Garatea. Convenimos en que lo que debíamos resaltar eran aquellas características que hacían del flamante profesor honorario un sacerdote y un maestro particular. Su humor, su rebeldía y vocación crítica, su inquietud vital y su compromiso con los otros, con aquellos marginados del mundo en que vivimos: los pobres, los moribundos, los ninguneados, los violentados.

Aquí terminan las dos coordenadas que quería compartir al inicio de mi participación para que puedan comprender mi lectura del texto. En adelante, quiero compartir con ustedes tres ideas, a manera de líneas de interpretación del libro del Padre Garatea. Las he titulado de la siguiente manera: (1) Dudar es humano (o la duda nos hará libres), (2) ¡Con fe!, y (3) Invitación a una comunidad abierta.

II. DUDAR ES HUMANO (O LA DUDA NOS HARÁ LIBRES):

De todas las imágenes del libro, que es muy visual, una ha quedado muy marcada en mí. La sigo masticando, digiriendo. Es parte del texto: “No se que decir frente a mi hermano enfermo”. Y dice, puntualmente:

"Tengo casi cincuenta años de sacerdote y he visto a mucha gente enferma y también he visto morir a algunos. Lo único que se hacer es quedarme tieso frente a ellos. No quiero decir muchas cosas pues me da la impresión de que mentimos y no hay que mentir, y menos junto al enfermo" (Garatea 2015: 41).

Una idea que es parte del sentido común en nuestra sociedad es que las personas con fe, los católicos, deben ser inquebrantables, no tener grietas o fisuras. Aprendemos que los sacerdotes y otros guías espirituales no dudan, pues son canales o reflejo de una verdad divina. Los fieles, discípulos incompletos, en camino, debemos seguir ese principio y a estos iluminados. Hemos visto hace pocos días las consecuencias de esta perspectiva que coloca a quienes tienen el “don” en el lugar de lo infalible.

Garatea duda, y mucho. Duda incluso de los pobres, quienes también, como buenos humanos, mienten, estafan, violentan, tienen sus propias víctimas. Va una cita más:

"[Don Pablo] Me ha contado su historia de pobreza muchas veces aunque no la delictiva, y a pesar de todos los trucos y mentiras, lo de la pobreza es verdad. Me ha agarrado de “lorna”, y no me importa, aunque le digo a él que me tiene sin comer, pero es verdad lo que le pasa. No es nadie, no es fuerte, está viejo, vive en Puente Piedra (lo que le hace la vida más cara), nadie le da trabajo a su edad y menos si le piden documentos."

"(...) Es verdad que hay veces que me desespera, pero más desesperante es el hambre, la soledad, la humillación, el no saber a quién recurrir." (Garatea 2015: 98 – 99)

Creo que el planteamiento es claro. Dudar es parte de nuestra humanidad y es parte de nuestra relación con lo divino. Por otro lado, solo si dudamos podemos tomar decisiones. Dudar es, entonces, lo que finalmente nos abre la posibilidad de ser libres.
Ahora bien, la duda no impide al Padre Garatea emitir juicios fuertes, críticas claras a formas de hacer iglesia que excluyen a quienes dudamos y nos equivocamos (es decir, excluyen a la humanidad entera). Garatea denuncia y arremete contra la centralización eclesiástica del poder y contra la concentración de la experiencia de Dios en unos cuantos, los iluminados.

"Me horripilan aquellos doctores que ejercen el mando basados en una intelectualidad que lejos de acercarnos a Jesús y al evangelio nos acercan al absurdo de la letra de la ley como a su fin último para ellos. Los importante es la obediencia a ellos y a su pensamiento y con gran descaro afirman que asi se construye la verdadera iglesia…" (Garatea 2015:24).

III. ¡CON FE!

Me llama profundamente la atención una frase muy de moda entre mis estudiantes de Estudios Generales y Ciencias Sociales. Es la frase ¡Con fe! En estos tiempos de razón, del imperio de la ciencia, la frase es sintomática y evidencia una paradoja. La racionalidad y el conocimiento científico reinan, conviviendo con una incertidumbre radical. En el extremo no tenemos certeza ni de la continuidad de nuestra especie, ni del planeta que habitamos.
Los chicos y las chicas usan esta frase para dar cuenta de una actitud de apuesta hacia la vida que nos permite lidiar con las dudas e incertidumbres, pues el peligro que ellas encierran es impedirnos actuar. Paralizarnos. En este sentido, empatan con una propuesta muy importante del texto del padre Garatea. Dudar nos hace libres siempre y cuando no nos inmovilice. Aquí la imagen del sacerdote paralizado toma otro sentido. Él está inmóvil mientras acompaña a alguien.

En esta línea, la duda tampoco impide el afecto. Los textos sobre la niñez son, a mi parecer, los más bonitos del texto pues dejan ver la disposición que tenemos, casi como especie, a dar y a recibir afecto, incluso ahí donde el lenguaje aun ni se insinúa. Creo que a eso se refieren los curas cuando hablan de gracia divina. Y el padre Garatea la comunica con mucho entusiasmo, que es el contrapeso de la amargura que le generan la injusticia, la indiferencia, el abuso del poder.

"Los que son padres o madres, muchas veces no saben interpretar la “santa” envidia de quienes no lo somos, pero nos hubiera encantado serlo. Tener un niño que me mira, que me habla, que me pregunta cosas fáciles y algunas dificilísimas, tomarlo en brazos, llamarlo por su nombre, son cosas que nos vuelven tiernos. No todos son iguales ya que a unos les gusta jalarme la barba y a otros les asusta."
"(…) Pero qué humano es este Jesús que nos va enseñando que esta dimensión de la ternura es indispensable para poder ser verdaderamente humanos. Un Jesús que no se inclinara ante los niños no sería el Jesús que conocemos. Estaría fuera de la vida." (Garatea 2015: 68).

Desde aquí tengo también una lectura particular del título del libro, que creo puede confundirnos. Esperar no tiene que ver con “tirar la toalla”, o “rendirse”. Tampoco con “esperar sentado”. Se espera mientras se hace. Se espera mientras se duda. Se espera mientras se afirma la vida. Se espera con - otros.

IV. INVITACIÓN A UNA COMUNIDAD ABIERTA

Desde mi profesión de científico social, he estado últimamente muy preocupado por la idea de comunidad. Básicamente, se trata de una forma de relación social que supone no pensarnos solo como individuos, sino como parte de un colectivo con límites imaginariamente precisos, aunque de hecho sumamente porosos y relativos. Comunidades hay en varios niveles: globales, nacionales, regionales, locales, familiares. En las comunidades es sumamente importante el adentro y el afuera. Algunos forman parte y algunos no. Ahora bien, históricamente, diferentes poblaciones han estado impedidas de formar parte de distintas comunidades, como las naciones, o aquellos grupos con condiciones materiales más o menos suficientes.

Propongo aquí leer estas y otras exclusiones en términos de afecto. Excluir es negar el afecto o impedir darlo. De ello han sido objeto las poblaciones que han pasado por procesos de esclavitud, las mujeres, los homosexuales; los pobres en general. Enfrentar esto es también lo que propone el Padre Garatea. Ampliar, hacer efectiva esta comunidad universal. Esto es, generar las condiciones para que toda vida humana pueda ser vivible .
A partir de estas ideas, creo que, a diferencia de otros modelos o propuestas de comunidad, Garatea comparte con nosotros la experiencia de una comunidad que tiene como horizonte la libertad y como fundamento último nuestra capacidad y necesidad de dar y recibir afecto.

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Cierro estos comentarios resaltando la presentación de este texto en esta universidad. Somos también una comunidad (universitaria), así como el país, así como la humanidad. Y creo que podemos leer el texto como una invitación a participar de ella en libertad y con afecto.

Frente a esta invitación, solo puedo decir: ¡Confiados, esperamos contigo Gastón!

 

 

** José Luis Rosales Lassús es Licenciado en Sociología y Magíster en Antropología Visual por la PUCP. Profesor e investigador del Departamento Académico de Ciencias Sociales – Sección Sociología de la PUCP desde hace 10 años. Asistente general de la Dirección Académica de Responsabilidad Social de esta misma universidad desde el 2009 con temas de trabajo de cultura, género, construcción de comunidades, visualidad y poder. Exalumno del Colegio ss.cc. Recoleta.