UN PEDIDO ESPECIAL AL “PRIMER CABALLERO DE LA NACIÓN” con motivo de asumir la presidencia de Perú

Autor: 

Juan Borea

Uno de los rezagos de la mentalidad machista que ha predominado en nuestros paradigmas sobre la administración pública, es el término de “Primera Dama”. Estamos tan acostumbrados a tenerlo que en el país hay pocos cuestionamientos al mismo, ni a su real utilidad. Y sin embargo debemos decir que esta costumbre es anacrónica, discriminativa e inconveniente.

La raíz de este cargo no es constitucional: no aparece en ningún artículo de la Constitución del 79 ni de la impuesta por la dictadura el 93. ¿De dónde podría entonces provenir? De la necesidad de otorgar a la esposa del gobernante, una ubicación en el “jet set” gubernamental: las recepciones de etiqueta y la asistencia social.

Costumbre anacrónica significa fuera del tiempo. En una sociedad predominantemente machista, hasta ahora en el Perú los presidentes han sido varones y generalmente casados; pero los tiempos han cambiado, y podrían ser presidentes mujeres casadas, o varones y mujeres solteros. ¿Qué pasaría entonces si continuamos con la costumbre? La señora Fujimori pudo ser la primera mandataria… ¿tendríamos entonces a Mark Vito Villanella como el “Primer Caballero del Perú”? Y si el presidente, varón o mujer fuese soltero… ¿habría que tomar prestada para el cargo a una hermana, hija, amante? Y si el presidente fuera homosexual (como el caso del Primer Ministro de Bélgica entre 2011 a 2014) ¿habría un “primer caballero” del “primer caballero”?

Hablar de primera dama es discriminativo, y la discriminación está prohibida por la Constitución; pues si hay una primera (o un primer caballero), hay una segunda, una tercera, una cuarta…La pareja del gobernante no asciende de jerarquía ni de calidad por el hecho que su cónyuge haya sido electo: ni antes fue undécima ni quincuagésima, ni ahora es primera. El uso de este término nos acostumbra a la discriminación y debemos desterrarlo.

La Primera Dama (o el Primer Caballero) es inconveniente porque da la ocasión para una intromisión en las funciones de la presidencia, a crear instancias paralelas de poder. Quien ha sido electo es el Presidente, no su pareja. La pareja debe apoyarlo como siempre lo ha hecho, dándole la seguridad afectiva, la compañía, la vida íntima a la que tiene derecho; debe seguir ejerciendo la labor productiva o profesional que hasta el momento ha tenido. Pero no debe ejercer labores de gobierno, pues nadie la ha elegido para eso. No es un secreto que la señora Heredia ha dado evidencias de un ejercicio de poder que llevó a varios medios a usar el anticonstitucional término de “Pareja Presidencial”. Hay que eliminar esta posibilidad.

Por otro lado, en ningún trabajo (y la Presidencia es un trabajo) el cónyuge se mete en los directorios, despacha con los otros trabajadores o viaja con recursos de la empresa. ¿Por qué entonces deben salir de nuestros impuestos los gastos en funcionarios, viajes, recursos para el “Despacho de la Primera Dama”? La labor de asistencia social la deben prestar los organismos estatales correspondientes; el cónyuge puede prestar una ayuda de tipo mediático o de facilitación, pero no ir más allá.

Dentro de pocos días el señor Kuczynski será Presidente de la República; su señora Nancy Lange ha dado la impresión de ser una mujer capaz y al mismo tiempo sencilla. Es la ocasión para que se destierre del lenguaje oficial y del de los medios de comunicación este término y esta costumbre. Hablemos de la señora Lange, de Nancy, de la esposa del presidente. Está en las manos del próximo gobernante y de los medios de comunicación lograrlo.