Espiritualidad de los Sagrados Corazones

La Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María y de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento del Altar nació en Francia, en la Navidad del 1800, durante la época de la Revolución Francesa.

Eran tiempos de persecución a la Iglesia, de violencia, de venganza y de mucho dolor. Nuestros  fundadores, José María Coudrin (el Buen Padre) y Enriqueta Aymer de la Chevalerie (la Buena Madre), sintieron que era necesario buscar la forma de reparar el sufrimiento causado por los hombres a sus hermanos y, por consiguiente, hacia el Padre Bueno. 

La naciente Congregación fue desde un inicio una única familia de Hermanos y Hermanas, a la cual se vincularon también desde un inicio grupos de laicos. Fue desde un inicio una congregación centrada en el amor. Nuestra consagración a los Sagrados Corazones de Jesús y de María busca rendirse ante el amor de Jesús, el Dios que ama al punto de querer compartir nuestro camino; y seguir los pasos de María, que hizo suyos los sentimientos del Señor, creyendo contra toda esperanza.

 

Uno de los rasgos principales de la Espiritualidad SS.CC. es la centralidad de la Eucaristía. Recuerdo de la entrega total y amorosa de Jesús a aquellos a quienes ama, en la Eucaristía nos encontramos con nuestro Señor, con nuestros hermanos y con aquellos a quienes buscamos servir. Es ocasión de alegría y de compartir, de reflexión de los signos de los tiempos y de renovación de nuestro compromiso para con nuestros hermanos y nuestro mundo.

 

Otro rasgo importante es la Adoración Reparadora delante del Santísimo Sacramento del Altar, es decir, delante de Jesús presente en el sagrario. Allí, en silencioso recogimiento, puestos en presencia contemplativa de nuestro Dios entregado por nosotros, buscamos hacer nuestro Su sentir, Su dolor y Su amor... y renovamos nuestro compromiso con el amor que es servicio.

 

Un tercer elemento de nuestra espiritualidad es el Celo para proclamar el Amor de Dios, la urgencia de actuar de manera efectiva en el mundo llevando la Buena Noticia, reparando la injusticia, haciéndonos solidarios con los más pobres y olvidados, los que son los preferidos de Dios.

 

Por otro lado, las comunidades Sagrados Corazones se caracterizan por un fuerte espíritu de familia, marcado por signos sencillos como son el compartir alrededor de la mesa ("comensalidad"), el relacionarse cordialmente sin mayores formalidades, y el preocuparse unos por otros.

 

Finalmente, la internacionalidad nos hace sentirnos, antes que nada, hermanos con todas las personas del mundo, más allá de fronteras de países; miembros de la Iglesia Universal y de una única Familia SS.CC. de Hermanos, Hermanas y Laicos, que trasciende lengua, culturas, distancias.

El lema que condensa estos elementos es a la vez un reto para todos nosotros, pues expresa aquello que estamos llamados a vivir:

Contemplar, Vivir y Anunciar al mundo el Amor de Dios encarnado en Jesús

                                                                                                     

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