Centenario de la Parroquia de la Recoleta (Plaza Francia)

El domingo 18 de agosto fue una verdadera fiesta en Plaza Francia: ese día, formalmente, la Iglesia de la Recoleta recuperó su condición de parroquia, que le había sido retirada por el Cardenal Cipriani. Mons. Carlos Castillo, Arzobispo de Lima, había firmado el decreto en junio, pero fue el 18 de agosto, día en que se celebraba el CENTENARIO de la parroquia, la ocasión de formalizarlo y de consagrar al nuevo párroco, Brian Cruz ss.cc.

El día entenero fue de celebración: desde las 3:00 de la tarde, se sucedieron en la parroquia los números artísticos preparados por niños, jóvenes y adultos de los distintos grupos de catequesis, coros, comunidades juveniles, grupos de oración y de servicio. A las 7:00 p.m. inició la solemne eucaristía que, pese a haber durado cerca de dos horas, se hizo ligera. Los jóvenes de la parroquia, con chalecos distintivos, ayudaban y anfritrionaban por todos lados. El templo reventaba de gente, en especial gente de la misma parroquia. 

Mons. Castillo fue especialmente cariñoso. Empezó con una acción penitencial que tomó a todos de sorpresa, pidiendo perdón -a nombre de la arquidiócesis-  por la injusticia cometida con la Parroquia y con los Padres de los Sagrados Corazones, a quienes alabó una y otra vez por su servicio cercano siempre a los pobres y a los jóvenes. Toda la misa estuvo llena de signos, pero tal vez lo que más impactó fue el rito de unción del nuevo párroco, en que Brian fue llevado del altar a la pila bautismal, al confesionario, al ambón, de vuelta al altar, además de recitar una solemne consagración. Por su parte, el provincial Raúl Pariamachi hizo una mención a todos los Hermanos que en estos cien años han ido teniendo el rol de párrocos. También fue hermoso el abrazo de Brian con el párroco de San Marcelo, parroquia de la que Plaza Francia estuvo dependiendo estos años. 

Terminada la eucaristía, hubo un ágape muy festivo en el convento, con música y comida, con abundantes fotos y abrazos. "No quiero corazones a medias, dijo en algún momento Mons. Castillo, los quiero que se entreguen completos, como los de los Padres de los Sagrados Corazones". Qué hermosa tarde y noche.