II Asamblea Nacional de Movimientos Laicales

Convocada por la Conferencia Episcopal para los laicos y juventud, el pasado fin de semana del 20 al 22 de mayo, se realizó la segunda asamablea nacional de movimientos laicales. A diferencia de la primera asamblea, realizada en plena pandemia y, por lo tanto, virtual, esta segunda ocasión fue en modalidad presencial y se llevó a cabo en la casa de retiros de los Padres Franciscanos, en el centro de Lima (Jirón Amazonas). Participaron poco más de 40 delegados de más de 30 movimientos laicales. 

Los tipos de movimientos eran muy variados: había movimientos cuya identidad se enraizaba en una característica común de sus miembros, como UNEC (universitarios), MPC (profesionales), EDOP (profesores) o MTC (trabajadores). Estaban también quienes atendían a las necesidades especiales de una población, como la Fraternidad de Enfermos y Discapacitados, o el MANTHOC (niños trabajadores). Otros eran más bien movimientos pastorales o de servicio: EPJ, Talleres de Oración, Cursillos de Cristiandad o Acción Católica. Otros eran movimientos que habían surgido de manera puntual y habían dado lugar a experiencias pastorales y comunitarias, como el Neocatecumenado o los Focolares. Había también representantes de algunas diócesis del Perú, como la de Lurín, Arequipa, Cajamarca o Cusco. No faltaron las ramas seculares de distintas congregaciones: CVX (jesuitas), Comunidades Marianistas, Salesianos Cooperadores... y, claro, Sagrados Corazones, que estuvieron representados por Xavier, Juan Carlos y Micho.

A lo largo del fin de semana, se trabajó diversos temas. Pero, más que los temas en sí mismos, lo fundamental fue la manera de trabajarlos: en diálogo fraterno y sinodal. Hubo un reconocimiento de todos de la humana tendencia a creer que el propio movimiento es "mejor" o "más fiel al Evangelio". Hubo una honesta apertura de unos a otros. Y fue especialmente importante la disposición a escuchar más, a entenderse más, a recordar que somos todos parte de la misma Iglesia, con una misma misión. Por supuesto, se asumió que hay temas en los que nunca estaremos todos de acuerdo. Y que nadie tiene el monopolio de la verdad.

Quedó el compromiso de seguir dialogando y trabajando de manera cada vez más articulada, y de animar a otros movimientos de laicos a sumarse a esta dinámica.