El año se inició con entusiasmo y expectativas, formándose numerosas comisiones a partir de la Asamblea de enero. Un curso de formación teológica en el verano congregó a la mayoría de los jóvenes y hubo un par de "miércoles culturales" que, sin embargo, pronto dejaron de ser programados. Finalmente resultó un año difícil para la vida comunitaria, en especial para la pastoral. Con dificultad se pudo asumir un pequeño programa de Confirmación en el colegio San José de Monterrico, gracias al esfuerzo de los jóvenes del grupo Sinergia que, sin embargo, terminaron cansados y algo desalentados.

Año más calmado en varios sentidos. La crisis de "falta de corresponsabilidad" va cediendo y la Comunidad recupera cierto equilibrio en lo económico. La SubCoordinación comienza a reorganizar la biblioteca comunitaria (tarea que tomará varios años) y convoca a "jornadas de limpieza" para asumir juntos el mantenimiento de la Casa. Los espacios formativos mantienen vigencia, sobre todo gracias al grupo ERA. Hay un curso sobre "evangelios" y varios conversatorios. Juan Borea recibe las Palmas Magisteriales y ello resulta en nuevo motivo de reflexiones comunitarias.

Con una cierta disminución de la preocupación formativa, hay un crecimiento en cambio de la voluntad de integración con la Congregación Sagrados Corazones y con la Iglesia Universal y local. La presencia de los comunos en espacios congregacionales (tanto festivos como de reflexión y oración) es cada vez mayor, y su aporte en espacios como la Pastoral Juvenil o la organización de algunos eventos se va volviendo significativa.

El año 2004 estuvo marcado por numerosos fallecimientos de familiares: padres, tíos, hermanos, abuelos de comunos. Naturalmente hay también nacimientos de hijos de comunos. De alguna manera, todo ello intensifica el lazo afectivo entre todos. Se fortalece el sentimiento de familia y la Misa Comunitaria se asienta nuevamente como corazón de la vida comunitaria. Los Grupos de Reflexión se reactivan en su dinámica.